Reseña cine: The Rocky Horror Picture Show (Jim Sharman, Reino Unido, 1975)

Rincón para compartir mi opinión de las películas que veo en cutre reseñas súper pedantes. Porque yo lo valgo.

A mí me gusta más un musical que a un tonto un caramelo, así que casi cualquier peli de este género tiene todas las papeletas para gustarme, pero si además os digo que The Rocky Horror Picture Show es un homenaje al cine de serie B, pues entonces solo os puedo asegurar que estáis ante una de mis pelis más favoritas del mundo mundial.

Sinopsis

Tras prometerse en matrimonio, Brad y Janet se dirigen a casa del profesor que los presento para contarle la buena noticia, pero por el camino se desata una fuerte tormenta, el coche se estropea y, buscando auxilio, terminan en una vieja y tétrica mansión habitada por un científico travesti que está a punto de mostrar al mundo su nueva creación: Rocky Horror.

Opinión 

Antes de nada he de aclarar una cosa, en la entrada de ayer decía que Science Fiction/Double Feature la cantaba Patricia Quinn, que en la peli interpreta a Magenta, pero me equivocaba, los labios que se ven son los suyos, pero la voz es de Richard O’Brien, creador y compositor del músical original y coguionista de la película.

Ahora a lo que importa.

Lo voy a decir lo malo de manera rápida para que sea menos doloroso: en el aspecto cinematográfico The Rocky Horror Picture Show es floja, la narración es brusca, no se deja totalmente clara la aparición de algunos personajes (aunque luego sí se llega a entender) y es demasiado derivativa. Hay números musicales cuya presencia es más que gratuita y por momentos no se sabe si la cosa va de parodiar el cine de terror y ciencia-ficción clásico o de reírse de la mojigatería imperante hasta la llegada de la década de los 70 y su despertar sexual.

¿Y sabéis qué?

Pues que en realidad estos defectos no importan nada, porque la película desprende tantísima energía, carisma y personalidad que ha conseguido convertirse en un auténtico clásico que ha marcado a diferentes generaciones.

Es evidente que pese a las limitaciones presupuestarias y a las propias de Jim Sharman, este consiguió que darle a la película un aspecto visual terriblemente personal gracias a esos colores saturados, esa iconografía de porno cutre, el vestuario y a esa cámara loca que más que seguir a los actores en los números visuales, lo que hace es bailar con ellos. A esto hay que añadirle las referencias visuales a las productoras clásicas de cine de serie b, ya sea desde la Universal a la RKO, pasando a la maravillosa Hammer (el castillo de Dr. Frank N. Furter fue el escenario de numerosas películas de esta productora)

de izq. a drcha.: Columbia (Nell Campbell), Frank N. Furter (Tim Curry) y Magenta (Patricia Quinn). Actitud y maquillaje.

No olvidemos que The Rocky Horror Picture Show es un musical y que por lo  tanto las canciones y los números musicales son más importantes que los diálogos e incluso que la historia y, en mi opinión, en contra de lo que dice mucha gente, las canciones me resultan terriblemente pegadizas y las coreografías chispeantes y divertidas. Da igual que algunos números musicales parezcan puestos con calzador, absolutamente todas las canciones, ya sean las que tienen un toque de musical clásico o las que se decantan por el rock (glam o no), son terriblemente disfrutables. Cuando te vengas a dar cuenta estarás tarareando Touch-a, touch-a, touch me, Hot Patooite o Sweet transvestite y no podrás parar.

Aunque lo más icónico, a parte de esos labios rojo putón de Patricia Quinn de los títulos de crédito, es, sin duda alguna, ese Tim Curry debutando en la gran pantalla a base de toneladas de maquillaje, modelito compuesto por corse y ligero y mucho glam y mucha actitud. Cada vez que este actor aparece en pantalla simplemente arrasa y da igual que este compartiendo plano con una jovencísima Susan Sarandon (terriblemente divertidisima en su histrionismo) o con Meat Loaf.

Brad Majors (Barry Bostwock) y Janet Weiss (Susan Sarandon) antes de que sus vidas cambien para siempre... perdiendo la virginidad.

Pero lo más rompedor de esta peli es sin duda su sexualidad desenfrenada y sin prejuicios. Como ya he dicho más arriba la peli tiene en parte estética de cine porno cutre (no preguntéis por qué lo sé) y se dedica a enfrentar la mojigatería de los años 50 y 60 (representada en los jóvenes americanos interpretados por Susan Sarandon y Barry Bostwick) y su inherente hipocresía con el despertar sexual que los años 70 trajeron consigo. The Rocky Horror Picture Show no es solo un homenaje en forma de parodia a la ciencia-ficción y al terror de las décadas de los 50, 60 y 70, sino también un reflejo de los cambios sociales y del impacto que estos tenían en las mentes más conservadoras... Aunque a veces la cosa se desmadre y no se sabe si va por el camino de la parodia, la critica o el hedonismo más desenfrenado.

En fin...
The Rocky Horror Picture Show es un clásicazo que o te encanta o lo odias, pero no tiene ni termino medio ni te deja indiferente. Pese a esos momentos en los que pierde el rumbo, resulta una peli terriblemente divertida, hedonista e icónica.

Recomendada a: gente sin prejuicios y amantes de los musicales rock

Lo peor: la falta de rumbo y lo irregular que resulta la dirección de Jim Sharman

Lo + peor: que aún no he podido ir a ninguna proyección interactiva ;_;

Lo mejor: unos números musicales electrizantes.

Lo + mejor: Tim Curry y su inolvidable Dr. Frank N. Furter