Reseña cine: La princesa prometida (Rob Reiner, EE.UU., 1987)

Rincón para compartir mi opinión de las películas que veo en cutre reseñas súper pedantes. Porque yo lo valgo.

Hoy toca una peli mítica de esas que a los nostálgicos de los 80 se la pone dura con solo nombrarla: La princesa prometida, adaptación a la gran pantalla del libro homónimo de William Goldman, quien también se encargó del guion. Creo que no hace falta que diga más para presentar la película, ¿verdad? 

Poster de La princesa prometida

Sinopsis

Pese a que ya se siente mayor para los cuentos de hadas, un adolescente tiene que aceptar, a regañadientes, que su abuelo le lea "La princesa prometida", un cuento clásico de aventuras que gira alrededor de las aventuras y desventuras de la bella Buttercup y el valiente Westley para defender su amor verdadero frente a las adversidades en forma de piratas, secuestradores y reyes malvados. 

Opinión

Doy por sentado que en algún momento de vuestra infancia habréis visto este pequeño clásico de aventuras y, seguro, que os ha encantado. Porque esta película lo tiene todo para que enganche a los más peques de la casa: aventura, acción, amor, fantasía, magia, sorpresas, amistad, un peculiar sentido del humor (tirando a negro negrísimo en algunos momentos) y, todo ello, con las formas de los cuentos de hadas y las novelas infantiles inspiradas por ellos.

Cuando eres un crío y ves esta peli te quedas con eso, con lo emocionante y divertida que es. Juegas a ser Iñigo Montoya buscando al asesino de su padre diciendo su gran diálogo (“Hola, mi nombre es Iñigo Montoya. Tú mataste a mi padre. Prepárate a morir”), quieres conocer a los viejos que hacen pociones (una referencia clarísima a La historia interminable de Michael Ende) y rescatar a la bella pero fuerte Buttercup. Vamos, que despierta los mismos sentimientos que si de pequeño ves las pelis de aventuras de Errol Flynn u otras joyas como El halcón y la flecha. Desprende un sense of wonder que te hace soñar que cursi me ha quedado esto.

Iñigo Montoya y su famosa frase.

Pero eso no es todo, porque hay mucho más.

Y quien haya leído el libro lo sabe.

Cuando ya tienes unos cuantos años y vuelves a ver la peli te das cuenta que no es solo una cinta de aventuras, sino que también es una parodia que recoge con ironía, pero con mucho respeto, los códigos y los tópicos de este tipo de películas para mezclarlos todos y ofrecerlos con un toque kitsch que enamora.

Cary Elwes y Robin Wright

Al igual que el libro, que juega con los cuentos de hadas y la metaficción, la película es un desfile de los códigos del cine clásico de aventuras, los cuales los ofrece con cachondeo, pero sin perderse en esa especie de parodia-homenaje que es, sino centrándose en seguir un hilo conductor lo suficientemente sólido como para que nos enganche hasta el final por muy predecible que pueda parecer todo. Así pues tenemos duelos a espadas por escalinatas mientras los dualistas fanfarronean, hazañas sobrehumanas, deux ex machina que solucionan situaciones que presagiaban un final trágico, un humor peculiar, personajes carismáticos, malos muy malos malísimos, y, por encima de todo, una historia de amor legendaria.

Wallace Shawn, Mandy Patinkin y André the Giant

En fin...

La princesa prometida puede haber envejecido mal en el aspecto formal y parecer un telefilm, pero es más compleja, que no complicada, de lo que parece: por un lado es la perfecta película infantil, con su historia de aventuras y personajes carismáticos. Pero por otro lado es una irónica disección del cine de aventuras de la época dorada de Hollywood, pero sin perder el encanto de las cintas clásicas en las que se inspira.

Recomendada a: treintañeros nostálgicos, a los pequeños de la casa y a cualquiera que el guste pasar un buen rato con una buena película.

 Lo peor: que el peso del paso del tiempo haga que mucha gente la prejuzgue.

Lo mejor: su capacidad para devolvernos a nuestra infancia y la inteligencia que desprende.