Las editoriales tienen fe en que los fans del manga no solo viven del tebeo japones y por ello hubo una temporada que probaron suerte con el manwha, o , lo que es lo mismo, el cómic de origen coreano. Lo tenia todo para funcionar: gráficamente es primo hermano del manga y los derechos eran muchos más baratos que los de los tebeos del país del sol naciente... Pero por desgracia el otaku medio solo vive de manga y a las editoriales no les fue muy bien con este experimento pese a que trajeron algunos buenos productos. Entre otros, Planeta edito "Historias de color tierra", tres tomos centrados en la relación a través de los años de una madre viuda que regenta una taberna (con todas la habladurías que ello provoca) y su hija y como esta crece despertando a la madurez y al amor.
Me resulta difícil reseñar este tebeo porque me provoca sentimientos encontrados. El primer volumen, centrado en la infancia de la protagonista, me gustó mucho: resultaba cotidiano y sus pequeñas historias de amor de la pequeña protagonista con el aprendiz de monje budista y el rico del pueblo hacían avanzar una trama llena de metáforas que utilizan a las flores y las mariposas para hablar de las mujeres y los hombres respectivamente, mientras que los pequeños detalles cotidianos le dan empaque e interés más allá de los momentos románticos. Sin embargo según avanza la colección los diálogos se me fueron haciendo muy cargantes con tanta metáfora (nada sutil, por cierto) y la pesadez del amorío de la niña protagonista, a la cual vemos crecer e ir descubriendo el amor y el sexo, pero ya esta, lo que hace que sea un personaje un tanto plano. Francamente, me gustó más la historia de la madre, una mujer a la que le ha tocado cargar con el luto de su marido y criar sola a su hija enamorada de un pintor ambulante al que solo ve en breves periodos de tiempo.
Tal vez lo peor es que tiene un aire muy conservador: el personaje de la madre es fuerte e independiente, peri finalmente, según el autor, las mujeres sirven para amar a sus maridos e hijos, llevar la casa y esperar a su esposo diligentemente cuando este no esta, eso sí manteniéndose muy bella para cuando vuelva.
A destacar, esta vez en positivo, un precioso dibujo en el que contrasta unos sencillos, pero muy expresivos, personajes con unos escenarios muy elaborados.
Francamente, no se si puedo recomendar este tebeo. Por un lado me ha gustado mucho el dibujo y los pequeños detalles de la vida cotidiana que adornan sus páginas, pero el carácter conservador y lo cargante que resulta en sus excesivamente reiterativas metáforas (tan sutiles como un elefante en un piso de 60 metros cuadrados) me hacen dudar.
Recomendado a: antropólogos curiosos
Lo peor: lo cargante que resulta en sus metáforas y su carácter conservador.
Lo mejor: el preciosista dibujo.
Tal vez lo peor es que tiene un aire muy conservador: el personaje de la madre es fuerte e independiente, peri finalmente, según el autor, las mujeres sirven para amar a sus maridos e hijos, llevar la casa y esperar a su esposo diligentemente cuando este no esta, eso sí manteniéndose muy bella para cuando vuelva.
A destacar, esta vez en positivo, un precioso dibujo en el que contrasta unos sencillos, pero muy expresivos, personajes con unos escenarios muy elaborados.
Francamente, no se si puedo recomendar este tebeo. Por un lado me ha gustado mucho el dibujo y los pequeños detalles de la vida cotidiana que adornan sus páginas, pero el carácter conservador y lo cargante que resulta en sus excesivamente reiterativas metáforas (tan sutiles como un elefante en un piso de 60 metros cuadrados) me hacen dudar.
Recomendado a: antropólogos curiosos
Lo peor: lo cargante que resulta en sus metáforas y su carácter conservador.
Lo mejor: el preciosista dibujo.
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