Espacio para contaros, con mi habitual falta de vergüenza y mucha egolatría, que me ha parecido tal y cual libro.
Mi santo, que la lee en francés, y Dina Oltra hablaban maravillas de esta escritora belga, así que al final consiguieron despertar mi curiosidad por leer algo suyo, decidiendo mi santo y yo hacer un miniclub de lectura con este libro, leyéndolo yo en español y él en francés para luego poder comentarlo y contrastar opiniones.
Sinopsis
Amélie Nothomb regresa a Japón para visitar los lugares en los que vivió su infancia junto a un equipo de televisión con la intención de rodar un documental sobre su visión del país del sol naciente y sus recuerdos.
Opinión
Y sí, esa es la trama del libro, pero es que además el documental existe. Por lo que sé de esta escritora, su producción literaria se divide entre la ficción y la autobiografía ficcionada, sección a la que pertenece este libro.
Hay algo que no te he contado: La nostalgia feliz es una secuela de otros libros de la autora centrados en su relación con Japón, así pues, con la excusa de rodar el documental, Nothomb nos cuenta cómo se siente al reencontrarse con los lugares donde vivió de niña y con algunas de las personas que marcaron su vida, tanto en su infancia como ya de adulta, cuando volvió al país del sol naciente para trabajar.
Dicho esto, es evidente que para disfrutar al 100% de este libro hay que haber leído otros como La metafísica de los tubos, Estupor y Temblores o Ni de eva ni de Adán, porque a través de las páginas la autora hace referencias a ellos, enfrentando el Japón que se encuentra con la visita junto al equipo de rodaje con el recuerdo, ficcionado por culpa de la memoria, en el que vivió en el pasado.
Sí y yo cojo y me estreno con la Nothomb con este libro...
Pero con eso y todo he disfrutado mucho de este libro. Amélie Nothomb se siente totalmente indefensa ante el choque entre los recuerdos de la infancia y el presente, la decepción que produce constatar el paso del tiempo tanto en los lugares por los que hemos pasado -sin dejar, al contrario de lo que pensábamos, ningún rastro de nosotros mismos- como en las personas, comprobar como el camino de esa persona a la que tanto ha querido ha seguido al margen de su vida, con la incomodidad que ello provoca, o como la fuerza de la naturaleza destruye ciudades enteras y provoca cicatrices que nunca permiten superar la tragedia. Y de ese choque nacen una serie de impresiones y reflexiones que van desde la ternura extrema de quien de repente se siente vulnerable y totalmente expuesto al humor como coraza. Es muy fácil, aunque no se haya leído los anteriores libros, sentirse identificado con esos sentimientos y pensamientos, y es que me da la sensación de que Nothomb es una escritora que siempre encuentra la palabra perfecta.
En fin...
No creo que La nostalgia feliz sea el libro más adecuado para adentrarse en el universo de Nothomb, pero aún así tiene cierta universalidad que te permite identificarte con ese sentimiento de pérdida que la asalta al reencontrarse con ciertos lugares y personas o cuando reflexiona sobre su evolución personal.
Recomendado a: fans de la autora.
Lo peor: perderse entre las referencias
Lo mejor: la capacidad que tiene Nothomb para transmitir lo que le pasa por la cabeza y la belleza de algunos pasajes, como a parte final en Tokio.
Sinopsis
Amélie Nothomb regresa a Japón para visitar los lugares en los que vivió su infancia junto a un equipo de televisión con la intención de rodar un documental sobre su visión del país del sol naciente y sus recuerdos.
Opinión
Y sí, esa es la trama del libro, pero es que además el documental existe. Por lo que sé de esta escritora, su producción literaria se divide entre la ficción y la autobiografía ficcionada, sección a la que pertenece este libro.
Hay algo que no te he contado: La nostalgia feliz es una secuela de otros libros de la autora centrados en su relación con Japón, así pues, con la excusa de rodar el documental, Nothomb nos cuenta cómo se siente al reencontrarse con los lugares donde vivió de niña y con algunas de las personas que marcaron su vida, tanto en su infancia como ya de adulta, cuando volvió al país del sol naciente para trabajar.
Dicho esto, es evidente que para disfrutar al 100% de este libro hay que haber leído otros como La metafísica de los tubos, Estupor y Temblores o Ni de eva ni de Adán, porque a través de las páginas la autora hace referencias a ellos, enfrentando el Japón que se encuentra con la visita junto al equipo de rodaje con el recuerdo, ficcionado por culpa de la memoria, en el que vivió en el pasado.
Sí y yo cojo y me estreno con la Nothomb con este libro...
Pero con eso y todo he disfrutado mucho de este libro. Amélie Nothomb se siente totalmente indefensa ante el choque entre los recuerdos de la infancia y el presente, la decepción que produce constatar el paso del tiempo tanto en los lugares por los que hemos pasado -sin dejar, al contrario de lo que pensábamos, ningún rastro de nosotros mismos- como en las personas, comprobar como el camino de esa persona a la que tanto ha querido ha seguido al margen de su vida, con la incomodidad que ello provoca, o como la fuerza de la naturaleza destruye ciudades enteras y provoca cicatrices que nunca permiten superar la tragedia. Y de ese choque nacen una serie de impresiones y reflexiones que van desde la ternura extrema de quien de repente se siente vulnerable y totalmente expuesto al humor como coraza. Es muy fácil, aunque no se haya leído los anteriores libros, sentirse identificado con esos sentimientos y pensamientos, y es que me da la sensación de que Nothomb es una escritora que siempre encuentra la palabra perfecta.
En fin...
No creo que La nostalgia feliz sea el libro más adecuado para adentrarse en el universo de Nothomb, pero aún así tiene cierta universalidad que te permite identificarte con ese sentimiento de pérdida que la asalta al reencontrarse con ciertos lugares y personas o cuando reflexiona sobre su evolución personal.
Recomendado a: fans de la autora.
Lo peor: perderse entre las referencias
Lo mejor: la capacidad que tiene Nothomb para transmitir lo que le pasa por la cabeza y la belleza de algunos pasajes, como a parte final en Tokio.