El fin de semana pasado vi Cisne Negro con muchas ganas porque mucha gente hablaba bien de ella, aunque me negué a saber mucho sobre esta película para llegar lo menos influenciado posible, sobretodo por su director, Aronofsky, que levanta pasiones y odios a partes iguales y es muy fácil leer y escuchar opiniones que afirman que cada película suya es una obra de arte que cambia el concepto del cine y de tu vida o, por el contrario, que lo que él hace no es más que una payasada postmoderna en forma de onanismo egolatra para demostrar(se) que es un director genial. (Aviso desde ya que puede haber algún spoiler).
Pues eso, que trate de verla puro e inocente y salí muy contento de la proyección, la película esta llena de tensión, sexo, nervio, terror, angustia y, sobre todas las cosas, dolor, mucho dolor. Uno no puede dejar de sufrir ante el descenso a los infiernos de una Natalie Portman que explota como nunca esa sonrisa nerviosa y ese aire frágil que la envuelve y consigue el más difícil todavía: que dejes de verla a ella para ver a Nina, su personaje, que aparentemente es plana como su pecho... pero que en realidad, como Aronofsky se empeña en demostrarnos una y otra vez (en el fondo desprecia al público), tiene tantas caras y rincones oscuros como se ve en este plano:
Pero no solo Nata (como la llamamos los amigos) esta fantástica, sino que el resto del reparto la acompaña muy dignamente: Vincent Cassel (ese hombre que según le de la luz es terriblemente atractivo o tan feo que sales corriendo) no solo desprende sexo sino que además consigue atraer y repeler a partes iguales, Mila Kunis resulta misteriosa, magnética y sexual y Barbara Hershey ejerce de madre castradora y sobreprotectora pero tan llena de amor que es un primor... ¡Ah! que se me olvidaba mi amadísima Winona, pues sale poco, pero consigue demostrar que tanto ella como su talento siguen vivos. Deberíamos crear un grupo en facebook para que vuelvan a darle papeles protagonistas.
A las interpretaciones hay que añadirle una nerviosa cámara que no deja un momento de respiro y un uso de la banda sonora y del sonido que casi dice más que las imágenes a la hora de describirnos lo que pasa por la cabecita de Nina.
Tal vez el mayor efecto de Aronofsky es que de vez en cuando piensa que su público es un poco estúpido despistado, o al menos en esta película que va dirigida a un gran número de espectadores parece pensarlo, porque se esfuerza en recordarnos una y otra vez el respeto (por no decir miedo) que Nina siente hacia el sexo, la existencia (o el despertar) de su lado oscuro y su obsesión con la perfección y lo subraya tantas veces y de un modo tan poco sutil (solo hay que ver el cartel con el que empiezo el post) que en algunos momentos la película se vuelve repetitiva, pero por suerte ahí esta Nata con su nerviosa sonrisa y su mirada triste para salvar la situación.
Lo que no me parece un defecto, sino todo lo contrario, es cuando dirige esa falta de sutileza hacia la espiral de locura en la que Nina se arrastra a si misma en busca de la perfección: esas escenas en las que se lesiona ya sea por accidente bailando, arrancándose la piel o cortándose las uñas con una mezcla de dolor y placer que hace que uno se estremezca de horror en su butaca.
Reconozco que caí en la tentación del suma y sigue , como ya me señaló caotico_jq en esta
entrada, como definición facilona y rápida de esta película, pero no se puede negar que
Cisne Negro trae a nuestra mente películas como
Repulsión,
Perfect Blue,
La Mosca, el giallo (y no me refiero a
Suspiria en concreto, pero si a la fuerza visual de este género italiano), y, de un modo más irónico, la menospreciada
Showgirls, pero la verdad es que Cisne Negro tiene una fuerza propia que te atrapa y no te suelta hasta el desenlace. Así pues estamos ante una película que aunque hay que ver sí o sí por Natalie Portman, que ya debería tener el oscar en su casa, no es una obra maestra, pero sí una muy buena película.
Lo mejor: Natalie, el ambiente malsano, la música,
la paja el momento en el que Nina se "toca". La película es magnética. Los teaser posters (que he ido colocando a lo largo de la entrada), llenos de elegancia, clasicimo y de una fuerza visual importante.
Lo peor: Lo poco que sale Winona. La falta de sutileza, parece que Aronofsky no confié en los espectadores.
