SN: Por lo que he investigado “El tercer deseo” y “Todas las maldiciones del mundo” son unos relatos más realistas, aunque en la segunda ya existen ciertos elementos fantásticos.
JQ: No, y en la primera también los hay. Se van intercalando cuentos de hadas y hay algún toque de realismo mágico por ahí. Pero la segunda sí que es verdad que se adentra un poco en el terreno de la ciencia-ficción.
SN: ¿Por lo tanto es una evolución natural, no? Los elementos fantásticos han ido ganando protagonismo a cada libro.
JQ: Supongo que, en el fondo, nunca he dejado de escribir género fantástico, de un modo u otro. Sólo que ahora lo hago de una manera más consciente.
De todos modos, no sé si me considero un escritor de género en el sentido más puro de la palabra. Siempre me da por mezclar géneros y tonos. Incluso en "Cuerpos Descosidos", que yo entiendo como una historia de terror, hay muchos elementos de otros géneros, como el melodrama o la novela negra.
Pero sí, vamos, podríamos decir que es una evolución lógica. En cierto modo, me he ido desligando del "yugo" (por así decirlo) de la literatura realista y le he ido perdiendo el miedo (si es que lo tenía, que creo que no) a introducir elementos fantásticos de manera más inequívoca.
JQ: La verdad es que los personajes es lo que más parece haber gustado a la gente, además, de cómo se desarrolla la historia. Fue complicado, porque ya ves que eran personajes un poco "delicados" de manejar: se corría el peligro de que provocaran rechazo en el lector. No sé si a ti te ocurrió con alguno.
SN: Con Eva tuve una relación de amor-odio.
JQ: Ya, lo sospechaba. En realidad, Eva es mi personaje favorito de la novela.
SN: Por un lado Eva me parece fascinante por esa obsesión por el dolor y por otro me repelía por el daño que era capaz de provocarse a sí misma y a los demás.
JQ: Sí, realmente se trata de una mujer bastante desagradable. Luego vas viendo que tiene sus motivos para ser así, con independencia de que la excusemos por eso, pero de entrada provoca rechazo.
SN: Te confieso que suelo caer rendido ante este tipo de personajes que se autodestruyen a sí mismos y a los demás. Me conmueven.
JQ: Vamos, que contigo jugaba con ventaja, sin yo saberlo.
SN: Sí, sí. Hay un thriller psicológico llamado Monster (Naoki Urasawa) con otro personaje que coincide en llamarse Eva que también se autodestruye al tiempo que hace daño a las personas que la rodean, aunque no es tan bestia como la tuya, esta se contenta con el alcohol y las relaciones peligrosas.
JQ: Es que la mía es muy bruta. El nombre de Eva tenía en mi caso una carga más religiosa que nada.
SN: Pero es que hay gente así. De hecho cuanto surgió la idea de realizar esta entrevista me comentaste que viste cosas muy duras cuando te documentaste y que en un principio ella iba a ser el personaje principal, surgiendo el resto cuando intestaste ahondar en el por qué de su conducta.
JQ: Todo comenzó por una película francesa titulada "Dans ma peau", que trataba de una mujer que se obsesiona con automutilarse. Era una especie de historia de amor enfermiza con su propio cuerpo, que me dejó impactadísimo, porque yo sabía de esto de las autolesiones, pero no hasta qué extremos se podía llegar.
El caso es que, cuando acabó la película, me dejó tan sumamente impresionado, porque de verdad que ni había visto jamás nada así ni sabía que existieran tales extremos, que me puse a indagar por Internet.
Y cuál fue mi sorpresa cuando me topé con casos aún peores. Como el de un señor que solicitó a un cirujano, de forma completamente libre y voluntaria, que le amputara una pierna sana. Imagínate la cara que se me quedó.