Espacio para contaros, con mi habitual falta de vergüenza y mucha egolatría, que me ha parecido tal y cual libro.
A finales del año pasado te traje una lista de cinco libros japoneses que quería leer este 2018 -y que puedes leer aquí-. Pues bien, Los amigos formaba parte de la lista y terminó siendo el último libro que leí en el 2017.
Sinopsis
Kiyama, Kawabe y Yamashita tienen doce años y para ellos la muerte es una idea tan abstracta que ni siquiera se plantean hasta que la abuela del último fallece. A partir de entonces empiezan a hacerse preguntas sobre la muerte y deciden, por sugerencia de Kawabe, que el mejor modo de hallar las respuestas es espiar a un anciano que ha oído que esta a punto de morir. A partir de ese momento irán a casa del anciano para ver que hace con la esperanza de que fallezca mientras lo observan.
Opinión
Como ya sabes si eres de los veteranos del lugar, a mi las historias de iniciación me encantan, no hay nada mejor para mi que esas películas, novelas, cómics o relatos que logran capturar la esencia del momento en el que la infancia se queda atrás y se ingresa en el mundo de los adultos, con todo lo que eso supone sobre descubrimientos familiares, pérdida de la inocencia y autoconocimiento.
Y evidentemente todo eso lo podemos encontrar aquí.
En Los amigos la curiosidad por la muerte es lo que abre la puerta al mundo de los adultos. Hasta que Yamashita les cuenta a sus dos amigos que el motivo de su ausencia era asistir al funeral de su abuela nunca se habían planteado la muerte ni el paso del tiempo, para ellos era algo totalmente fuera de lugar en sus vidas, una idea abstracta, algo etéreo que esta ahí pero como no se ve es como si no existiera. Esto es algo común a todos nosotros, cuando somos niños la muerte es como un personaje de cuento, algo que está ahí pero que no existe hasta que le llega el momento a algún familiar o amigo de la familia, terminando con su presencia, ya palpable, nuestra etapa infantil, tan llena de inocencia. A mi me parece que Kazumi Yumoto logra muy bien recoger ese momento en el que por fin comprendemos que el tiempo es importante y que no vivimos eternamente con una sencillez desarmante, sin caer en dramas innecesarios ni en el morbo y, lo más importante, evitando los choques culturales, porque la historia podría ambientarse en cualquier barrio de cualquier país y seguiria resultando igual de natural y efectiva.
Aunque pueda parecer contradictorio, lo que nuestros tres pequeños protagonistas aprenden junto al anciano no es como es la muerte, sino la vida. Gracias al tiempo que pasan junto al señor mayor los tres protagonistas empiezan a percatarse del mundo que les rodea, a sincerarse, a apreciar los pequeños detalles y a disfrutar del tiempo que tienen, porque se dan cuenta que toda la presión que los adultos ejercen sobre ellos no es más que un reflejo de la frustración que sienten. Lo cual lleva a otros temas que el libro trata de soslayo, pero que tienen su importancia: por un lado la presión del sistema educativo japonés, que provoca la competitividad entre los alumnos y los machaca para que saquen las mejores notas, por otro los problemas familiares. Kawabe vive solo con su madre y se inventa a un padre distinto para cada ocasión, mientras que Kiyama vive en una familia en la que apenas hay comunicación entre sus padres -su madre es la ama de casa típica japonesa obsesionada con que su retoño sea el mejor de la clase y su padre un oficinista que pasa más tiempo en el trabajo en el hogar- y la tensión que ello genera, especialmente en su madre.
En fin...
Los amigos es una lectura realmente preciosa, muy delicada, que sabe emocionar sin caer en la sensiblería. También tiene ese toque generacional que se le da tan bien a los americanos, llegando a emparentarse en cierto modo con Cuenta conmigo, la famosa adaptación al cine de El cuerpo, de Stephen King, pero eso ya es cosa mía.
Recomendado a: los lectores más jóvenes de la casa , a los amantes de las historias de iniciación y a todo el mundo en general.
Lo peor: creer que es un simple cuento infantil.
Lo mejor: ese toque de relato generacional que tiene gracias a la melancolía que desprende y la inteligencia de su mensaje.
Sinopsis
Kiyama, Kawabe y Yamashita tienen doce años y para ellos la muerte es una idea tan abstracta que ni siquiera se plantean hasta que la abuela del último fallece. A partir de entonces empiezan a hacerse preguntas sobre la muerte y deciden, por sugerencia de Kawabe, que el mejor modo de hallar las respuestas es espiar a un anciano que ha oído que esta a punto de morir. A partir de ese momento irán a casa del anciano para ver que hace con la esperanza de que fallezca mientras lo observan.
Opinión
Como ya sabes si eres de los veteranos del lugar, a mi las historias de iniciación me encantan, no hay nada mejor para mi que esas películas, novelas, cómics o relatos que logran capturar la esencia del momento en el que la infancia se queda atrás y se ingresa en el mundo de los adultos, con todo lo que eso supone sobre descubrimientos familiares, pérdida de la inocencia y autoconocimiento.
Y evidentemente todo eso lo podemos encontrar aquí.
En Los amigos la curiosidad por la muerte es lo que abre la puerta al mundo de los adultos. Hasta que Yamashita les cuenta a sus dos amigos que el motivo de su ausencia era asistir al funeral de su abuela nunca se habían planteado la muerte ni el paso del tiempo, para ellos era algo totalmente fuera de lugar en sus vidas, una idea abstracta, algo etéreo que esta ahí pero como no se ve es como si no existiera. Esto es algo común a todos nosotros, cuando somos niños la muerte es como un personaje de cuento, algo que está ahí pero que no existe hasta que le llega el momento a algún familiar o amigo de la familia, terminando con su presencia, ya palpable, nuestra etapa infantil, tan llena de inocencia. A mi me parece que Kazumi Yumoto logra muy bien recoger ese momento en el que por fin comprendemos que el tiempo es importante y que no vivimos eternamente con una sencillez desarmante, sin caer en dramas innecesarios ni en el morbo y, lo más importante, evitando los choques culturales, porque la historia podría ambientarse en cualquier barrio de cualquier país y seguiria resultando igual de natural y efectiva.
Aunque pueda parecer contradictorio, lo que nuestros tres pequeños protagonistas aprenden junto al anciano no es como es la muerte, sino la vida. Gracias al tiempo que pasan junto al señor mayor los tres protagonistas empiezan a percatarse del mundo que les rodea, a sincerarse, a apreciar los pequeños detalles y a disfrutar del tiempo que tienen, porque se dan cuenta que toda la presión que los adultos ejercen sobre ellos no es más que un reflejo de la frustración que sienten. Lo cual lleva a otros temas que el libro trata de soslayo, pero que tienen su importancia: por un lado la presión del sistema educativo japonés, que provoca la competitividad entre los alumnos y los machaca para que saquen las mejores notas, por otro los problemas familiares. Kawabe vive solo con su madre y se inventa a un padre distinto para cada ocasión, mientras que Kiyama vive en una familia en la que apenas hay comunicación entre sus padres -su madre es la ama de casa típica japonesa obsesionada con que su retoño sea el mejor de la clase y su padre un oficinista que pasa más tiempo en el trabajo en el hogar- y la tensión que ello genera, especialmente en su madre.
En fin...
Los amigos es una lectura realmente preciosa, muy delicada, que sabe emocionar sin caer en la sensiblería. También tiene ese toque generacional que se le da tan bien a los americanos, llegando a emparentarse en cierto modo con Cuenta conmigo, la famosa adaptación al cine de El cuerpo, de Stephen King, pero eso ya es cosa mía.
Recomendado a: los lectores más jóvenes de la casa , a los amantes de las historias de iniciación y a todo el mundo en general.
Lo peor: creer que es un simple cuento infantil.
Lo mejor: ese toque de relato generacional que tiene gracias a la melancolía que desprende y la inteligencia de su mensaje.