Como ya dije
aquí sobre este libro, no soy un lector habitual de novela romántica ni Chick Lit, aunque de vez en cuando hay algo que consigue llamar mi atención y le doy una oportunidad, como es el caso del libro de Isabel Wolff.
Phoebe ha dejado un buen trabajo en una prestigiosa casa de subastas para abrir su propio negocio: una tienda de ropa vintage, ya que este tipo de prendas le encantan gracias a su personalidad y a la historia que cada una tiene. El día de la inauguración Dan, un periodista de un periódico local, la entrevista para promocionar la tienda, lo cual le dará un gran impulso y le permitirá conocer gente que la ayudará en su nuevo rumbo vital, profesional y sentimental.
Pese a no estar muy atento a las modas y no tener mucha idea sobre ropa vintage, la premisa de este libro me parecía interesante: la idea de una mujer asentada e independiente que sale de su zona de confort para encontrar nuevas metas profesionales es una buena premisa.
Se podría decir que hay dos tramas que se complementan: por un lado la principal, la historia de Phoebe al frente de la tienda y su vida sentimental y familiar y por otro la historia de Terese Bell, una anciana de origen frances que carga a sus espaldas con una gran culpa, lo que ha hace conectar con Phoebe, ya que esta también soporta una gran carga de conciencia.
Hay dos detalles de la trama principal que me han gustado mucho: una son las descripciones de las prendas que Phoebe vende, son bastante numerosas pero no son aburridas ni pesadas, sino que permiten transmitir la pasión de la protagonista por este tipo de ropa. La otra es el gracioso pulso entre la protagonista y su madre, quien desengañada por la ruptura de su matrimonio se plantea diversos tratamientos de belleza y operaciones a cada cual más disparatada. La verdad es que la subtrama de la madre ejemplifica el pulso entre lo nuevo y lo viejo, perdón, vintage, que hay en todas las páginas: la autora defiende una y otra vez la belleza de lo clásico y la madurez, con su individualidad y personalidad, frente a lo nuevo, que esta estandarizado y lo artificial.
La otra historia principal es la de Terese Bell, una anciana que contacta con Phoebe para ofrecer venderle su ropa para la tienda. Ambas conectan enseguida porque comparten una pesada carga sobre sus conciencias y eso hace que la anciana le cuente a Phoebe su infancia en la Francia ocupada por los alemanes durante la segunda guerra mundial y un gran error que cometió por culpa de un enamoramiento adolescente.
La verdad es que tanto Phoebe como Terese resultan unos personajes interesantes, son mujeres fuertes que han tenido que hacer frente a unos errores que podrían haberlas hundido, pero pese a todo han seguido adelante. De los secundaríos Annie, la ayudante de la protagonista, creo que no ofrece tanto juego como podría y Miles y su hija no me gustaron. En cambio Dan no me pareció el típico galán perfecto, de esos que enamoran a la protagonista (y a las lectoras) en su primera aparición, sino un tío muy impulsivo, sí, pero majo y que no se cree un guaperas. Por eso mismo se ganó mi simpatía.
Como punto negativo destacaría un primer capítulo que me pareció horroroso: es demasiado introductorio, explicativo y los diálogos no son nada naturales. Por suerte luego mejora en todos los aspectos y termina siendo una lectura ligera y agradable.
En fin... Una pasión vintage no llegará a ser uno de mis libros favoritos, pero es una lectura agradable, que sabe fluctuar entre lo cotidiano, el romanticismo y el drama con equilibrio y buen gusto.
Recomendada a: las fans del Chick Lit y la ropa vintage.
Lo peor: en el primer capítulo todo me pareció muy forzado.
Lo mejor: Phoebe y Terese Bell.